viernes, 11 de septiembre de 2009

Biopsia de vida


Ya se marchaba el crepúsculo cuando todo empezaba de nuevo, parado en el medio de la vida, quería recordar que la vida valía verdaderamente la pena, que era más que solo horas que se hacían días, meses, años…

Nunca pensó que le iba a costar tanto detenerse, y que a la vez le era tan fácil pensar; le pasa que no sabe donde refugiarse cuando llueve, ni a quien recurrir para pedir una mano.

Para el mundo su vida era perfecta, tenia su futuro decidido, no se quedaba de brazos cruzados cuando el destino le decía que no, salía en busca de su futuro, era querido y respetado por sus pares, había conseguido que el mundo sepa quien es, que piensa, y solo tenia 17 años. Además tenia ese niño adentro que lo hacia capaz de demostrarle al mundo que todavía hay razones para reír, y esa seriedad y seguridad al momento de hablar de su Dios.

Pero nadie sabia lo que verdaderamente hacia que él fuera así, nunca nadie supo por que siempre tenia una sonrisa, aunque a sus pies se desmoronaran todos sus planes; nunca nadie se detenía a preguntarle si necesitaba algo, por que él creía que no podía caerse, no se podía dar el lujo de llorar frente a alguien y pedirle su consuelo; él no era nadie, pensaba, con el suficiente derecho para cargarle con sus problemas a alguien que ya tenia demasiados…

Se asomaba ya el lucero que anunciada el comienzo de la verdadera confesión de almas, se acercaba el momento en el que Ezequiel empezaba a subrayar con lagrimas su vida, lagrimas que solo conocían la oscuridad en el rincón de su habitación, cuando ya todo se detenía y solo los grillos sabia que esto sucedía. Las hojas gastadas de recuerdos eran cómplices una vez mas, esas mismas páginas que supieron inspirar más de uno de sus “consejos.” Quizás por eso es que su Dios las puso frente a él, para que sepa que había alguien en quien podía confiar, pero mas de una vez fue en vano, por que si necesitaba maquillar su realidad, lo único que usaba era su mejor cara de alegría, aunque por dentro todo sea negro, su vida debía ser espectacular, no podía permitirse que el mundo lo vea triste; no el no nació para que la gente sufra por el, pensaba que su destino era demostrarle al mundo que todavía se puede. Había veces que parecía que la vida le pasaba de largo, que no le preocupaba que a su alrededor se desmoronaba ese pequeño vestigio de felicidad.

Si ustedes supieran, escribió aquella mañana en su agenda el sabia que ese día cambiaria definitivamente su vida. Tomo sus cosas para ir al colegio como todos los días, de nuevo a su juego se decía el hacer que la vida le sonría a la gente, a lidiar con su amor prohibido, sabiendo que nunca iba a pasar nada entre ellos, él iba a intentarlo por ultima vez; de camino bajo el sol de la mañana le rogó a su Dios que lo ayudara a ver con claridad, y aunque sabia que no volvería a su casa le regalo un te quiero a su mamá un hasta la vuelta, y le pidió a su Dios que la sostenga siempre.

Al sol del mediodía le pidió que se oculte para siempre ese dolor que lo acompañaba, tomo entre sus manos el rosario que una vez le supieron regalar sus padres, y rezo su ultima plegaria al cielo; por primera se le cayo una lagrima a plena luz del día, saco un papel, su lapicera de pluma, la misma con la que había escrito su agenda a la mañana…

Y sin pensarlo empezó a escribir…

Me despido, hasta mi vuelta; mas de uno se preguntara el por que; por que yo, sinceramente no se. Me abandono a la obra de Dios, es él el que me llama. Ya hice demasiado, se que podría hacer mas, que quizás el mundo necesite de mi risa, pero perdónenme, quizás, hoy no lo entiendan, pero mis lagrimas salpican el papel al pensar en quienes me van a extrañar.

Prométanme que no van a llorar, pues no voy a estar ahí para servir de apoyo, y me voy a sentir culpable al saber que soy responsable de esas lágrimas…

Si algo me queda seguro es que no pase en vano por acá, en cada uno de ustedes se queda un pedacito de mi, AMIGOS, por que otra palabra seria demasiado chica simplemente gracias por hacerme parte de su vida, por permitirme entrar…

Una vez mas se los ruego no lloren, yo estoy bien, y perdonen si me necesitaron y no pude estar, ahora voy a estar SIEMPRE, voy a ser esa voz que los acompañe, que les diga adelante, no puedo ser tan egoísta de que se preocupen por mi…

Hasta la vuelta, y ojala que no sea pronto…

Ezequiel

Doblo en dos el papel y lo dejo en su mochila, vagabundo comenzó a caminar, se acercaba la hora en que el sol dejaría de brillar, misteriosamente el cielo se pinto de fuego, nunca había visto algo así, ese atardecer era hermoso, era como si, Dios, su Dios le mostrara que la vida estaba llena de momentos hermosos, de instantes que valían la pena, de sueños que se cumplían. Sin saber como, llego a la arena, aun tibia por el abrazo del sol.

Los ojos de Ezequiel se entristecieron, casi como cuchillos que cortaban su cara, las lágrimas lo lastimaban. Desato sus zapatos para que las huellas tuvieran su nombre, caminaba a paso firme, como queriendo que todos supieran que el había pasado por ahí; ya le eran incontrolables sus lagrimas, caían pesadas en sus huellas, y rogaba con el rosario en su mano derecha que nunca lo abandone, ya estaban húmedos sus pies cuando dejo su mochila sobre sus zapatos. Acá es donde llore por ultima vez pensó, acá es donde todo empieza de cero, es en este lugar en donde mi abrazo partido toma sentido…

Tomo la ultima bocanada de aire le grito al mundo que el también sufría, que lo perdonen por sentir en silencio…

De su bolsillo saco un frasco con tres pastillas, seco sus lágrimas, y se prometió que no iba a despertar más…

Ya se marchaba el crepúsculo cuando todo empezaba de nuevo, parado en el medio de la vida, quería recordar que la vida valía verdaderamente la pena, que era mas que solo horas que se hacían días, meses, años… le pasa que no sabe donde refugiarse cuando llueve, ni a quien recurrir para pedir una mano.

Le pasa que se olvido de vivir, se olvido de gritar, de llorar.

Le pasa que su vida no la pudo aprovechar

Le pasa que nunca supo que Ezequiel era el que recibio la fuerza de Dios


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